En el mar de tus encantos navegaré abiertamente... en la pasividad de tus sueños cuidare firmemente de tu corazón en mar de tus sueños te haré descansar... **** Podemos sentirnos derrotados , Pero el luchar es demostrar que podemos lograr las cosas y demostrar los sentimientos mas sublimes en la guerra y en el amor todo se vale...

ST RADIO EL SALVADOR

martes, 13 de noviembre de 2012

Gustavo Adolfo Bécquer Rima LXX


¡Cuántas veces, al pie de las musgosas 
paredes que la guardan, 
oí la esquila que al mediar la noche 
a los maitines llama! 

¡Cuántas veces trazó mi silueta 
la luna plateada, 
junto a la del ciprés, que de su huerto 
se asoma por las tapias! 

Cuando en sombras la iglesia se envolvía, 
de su ojiva calada, 
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios 
vi el fulgor de la lámpara! 

Aunque el viento en los ángulos oscuros 
de la torre silbara, 
del coro entre las voces percibía 
su voz vibrante y clara. 

En las noches de invierno, si un medroso 
por la desierta plaza 
se atrevía a cruzar, al divisarme 
el paso aceleraba. 

Y no faltó una vieja que en el torno 
dijese a la mañana, 
que de algún sacristán muerto en pecado 
acaso era yo el alma. 

A oscuras conocía los rincones 
del atrio y la portada; 
de mis pies las ortigas que allí crecen 
las huellas tal vez guardan. 

Los búhos, que espantados me seguían 
con sus ojos de llamas, 
llegaron a mirarme con el tiempo 
como a un buen camarada. 

A mi lado sin miedo los reptiles 
se movían a rastras; 
hasta los mudos santos de granito 
creo que me saludaban.


Gustavo Adolfo Bécquer



Gustavo Adolfo Bécquer
Este poeta español, uno de los últimos representantes del Romanticismo del siglo XIX, cobró reconocimiento luego de su muerte cuando vieron la luz muchas de sus obras. Un claro ejemplo fue su libro "Rimas", que se perdió en 1868 y gracias a su memoria y las publicaciones donde algunas ya habían aparecido, pudo reconstruir su obra más famosa, que terminó lanzándose junto a sus "Leyendas" en 1871, a un año de su desaparición física, como gesto de sus amigos para ayudar a su familia.









Rima XXXVII




Antes que tú me moriré; escondido 
en las entrañas ya 
el hierro llevo con que abrió tu mano 
la ancha herida mortal. 

Antes que tú me moriré; y mi espíritu, 
en su empeño tenaz, 
se sentará a las puertas de la muerte, 
esperándote allá. 

Con las horas los días, con los días 
los años volarán, 
y a aquella puerta llamarás al cabo... 
¿Quién deja de llamar? 

Entonces, que tu culpa y tus despojos 
la tierra guardará, 
lavándote en las ondas de la muerte 
como en otro Jordán; 

allí donde el murmullo de la vida 
temblando a morir va, 
como la ola que a la playa viene 
silenciosa a expirar; 

allí donde el sepulcro que se cierra 
abre una eternidad, 
todo cuanto los dos hemos callado, 
allí lo hemos de hablar.